Mi sueño de estudiar en el extranjero por fin se cumplió en el Reino Unido. Elegí este destino por su excelencia académica, sus programas de posgrado con un enfoque práctico y la diversidad cultural que ofrece. Me atrajo especialmente la posibilidad de realizar un proyecto en la industria, pues significaba una oportunidad de experimentar cómo es trabajar en un país extranjero. Quería vivir una experiencia internacional completa que me retara a crecer, no solo profesionalmente, sino también como persona. Y sí que fue un reto enorme: estudiar en otro idioma, adaptarme a una dinámica distinta después de más de 10 años fuera de las aulas y, además, vivir lejos de mi familia por primera vez.
Estoy cursando una maestría en Análisis de Datos, y la experiencia ha sido fascinante. Analizar información, descubrir patrones, aplicar algoritmos de Machine Learning y predecir resultados se han convertido en una pasión. De formación soy licenciada en Ciencias de la Computación y trabajé varios años como desarrolladora de software. Elegir esta maestría fue un paso natural para complementar mis conocimientos y entender cómo los datos se convierten en decisiones. El curso me ha permitido aplicar mis habilidades en programación, análisis y visualización en proyectos reales, al mismo tiempo que mejoro mi nivel de inglés.
Tenía miedo de volver a un aula, pero la experiencia ha sido maravillosa. Belfast es una ciudad fresca y vibrante, con un aire limpio y un cielo azul que me relaja camino a clases. El campus universitario es impresionante; su edificio principal parece sacado de Hogwarts: hermoso y mágico. Además, vivir en Irlanda del Norte me ha permitido descubrir paisajes únicos, como la famosa Giant’s Causeway, un lugar maravilloso, la razón de mi título, “Una mexicana en tierra de gigantes”.
Tuve la fortuna de conseguir un lugar en Willow Walk, una residencia de Queen’s University Belfast con gran demanda. Es segura y cercana al campus, lo que me permite caminar a diario.
Lo más especial ha sido compartir departamento con otra mexicana de mi edad, con quien construí una amistad invaluable. En ocasiones cocinamos juntas, nos cuidamos cuando enfermamos y, de alguna manera, hemos recreado un pedacito de México en Belfast.
Adaptarme no fue fácil: llegué tarde al programa y todo parecía abrumador. El clima fue lo primero que me sorprendió: en un mismo día puedes experimentar las cuatro estaciones. Aprendí rápido que un paraguas pequeño no sirve y que la mejor inversión es uno resistente.
La comida también fue un choque cultural: el chile del supermercado no pica, y la oferta de alimentos empaquetados es enorme. Por otro lado, me impresionó la seguridad de la ciudad: caminar de noche sin miedo, cargar con el ordenador o el móvil sin preocupaciones.
Lo que más me ha enamorado es la calidez de la gente. Aunque al inicio batallaba con el acento y el slang, todos han sido pacientes y siempre están dispuestos a ayudar.
El idioma era uno de mis mayores temores, ya que nunca había vivido en un país de habla inglesa. Pero se convirtió en una oportunidad invaluable para mejorar.
La universidad ofrece cursos de inglés académico y asesorías individuales con tutores. Gracias a estos servicios, e incluso a la ayuda de una profesora que me ha apoyado en mis escritos, he avanzado mucho más de lo que imaginaba.
No importa la edad, si quieres estudiar en el Reino Unido: ¡hazlo!
Muchos se preocupan por la edad, el nivel de inglés o el dinero. Yo también lo hice. Pero hoy puedo decir que vale la pena. Sí, hay obstáculos, momentos de cansancio e incluso lágrimas. Pero todo eso forma parte de un proceso que te fortalece. He crecido como nunca, me he demostrado que soy capaz y me siento afortunada de haber llegado a esta ciudad acogedora y hermosa. Ojalá más personas puedan vivir esta experiencia transformadora.
Conocí Across the Pond a través de Facebook. Desde el primer correo, mi asesor me guio con paciencia y rapidez. El primer año no pasé el IELTS. El segundo tampoco. Aún así, recibí cartas condicionales que me motivaron a seguir. El tercer año, aprobé el IELTS y conseguí cartas incondicionales, pero el reto fue el dinero. Apliqué a varias becas, como Women in STEM y CONAHCYT, sin éxito.
Mi asesor me animó a intentar de nuevo. Preparé cartas de motivación y volví a aplicar.
Recibí la noticia de que había sido seleccionada por CONAHCYT. Tenía poco tiempo para tramitar la visa y mi asesor me acompañó en cada detalle, hasta que finalmente llegué a Belfast un día antes de la fecha límite.
Este proceso me enseñó que, incluso cuando parece imposible, insistir, persistir, nunca desistir y tener la guía adecuada hacen que los sueños sí se cumplan. Estoy profundamente agradecida con el acompañamiento de Across the Pond, que fue clave en cada paso, desde los primeros correos hasta mi llegada a Belfast.
-Jessica
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