Mi acercamiento a Europa fue un descubrimiento muy especial: todo lo que antes era relato o imagen, en 2017 estaba frente a mí. Había escuchado desde pequeña sobre castillos, reyes, monumentos antiguos y lugares mágicos, pero verlos en persona fue otra cosa; fue como entrar en un cuento. Europa me pareció un lugar lleno de historia viva, de cultura tangible, donde lo que alguna vez fue solo parte de un libro o una película, ahora se desplegaba frente a mis ojos.
Cuando llegó el momento de elegir un destino para realizar mi máster, fue el Reino Unido quien capturó por completo mi atención y mi corazón. Mi decisión fue una mezcla de razón y emoción. Siempre me ha fascinado el acento británico por su elegancia y sutileza, y me atraían profundamente los palacios, los jardines, las universidades históricas y esa arquitectura que parece sacada de un mundo paralelo. Descubrir que muchos de los escenarios de Harry Potter existían realmente fue como comprobar que la magia, en cierto modo, sí es real.
El clima también fue un punto a favor. Me gustan los días fríos, pero también disfruto cuando el sol aparece y pinta el cielo de un azul intenso, con nubes esponjosas que parecen flotar cada momento a distintas velocidades. En la Ciudad de México tenemos sol casi todo el año, pero rara vez se ven esos cielos limpios debido a la contaminación ambiental y visual. En Oxford, en cambio, los días soleados son espectaculares y las noches estrelladas regalan una paz difícil de describir; mirar hacia arriba y conectar con la inmensidad del universo a través del cielo se convirtió en un regalo inesperado. Y claro, siempre me fascinó la manera en que los británicos valoran la educación, la cultura y la historia en cada rincón de su vida cotidiana.
Con esa mezcla de sueños, ilusiones y expectativas llegué a Oxford, y lo que encontré superó todo lo que había imaginado. Mi experiencia universitaria fue profundamente transformadora. Desde el inicio me vi rodeada de compañeros de distintas partes del mundo, lo cual no solo enriqueció las discusiones en el aula, sino también mi manera de ver el mundo. Aprendí que la diversidad no es solo un concepto, sino una vivencia diaria que te enseña a escuchar, respetar y valorar realidades distintas a la tuya.
Académicamente, el reto fue constante. Los recursos que brinda la universidad fueron clave para sentir lo mucho que avancé y aprendí durante este tiempo: desde plataformas virtuales privadas en las que consultábamos estadísticas reales del mundo, reportes y distintos análisis, hasta simuladores diseñados para aplicar de manera práctica nuestros conocimientos de negocios. Una de las experiencias más enriquecedoras fue un el acceso a una práctica que duró una semana con un simulador de negocios internacionales. Todo el grupo se dividió en equipos y cada uno debía crear una empresa de smartphones. Nos organizamos para decidir temas logísticos, financieros, de marketing, estrategia de negocio, diseño e identidad de marca. La dinámica consistía en competir por generar la mayor ganancia posible con los recursos de la plataforma, teniendo presencia en distintos países, cada uno con sus retos específicos. Fue una experiencia intensa y muy completa, donde cada decisión nos obligaba a pensar en la realidad del mercado, y que me permitió confirmar lo mucho que disfruto aplicar la teoría a escenarios prácticos.
Además, la universidad también nos ofreció colaboraciones con Google, lo que me permitió tener acceso a miles de cursos vinculados a la inteligencia artificial y a las herramientas de Google Cloud. Explorar este mundo tan actual y en expansión fue otro de los grandes privilegios de mi formación, ya que pude complementar mis aprendizajes académicos con conocimientos tecnológicos de vanguardia, entendiendo mejor cómo la innovación digital se integra en los negocios globales.
Otro ejercicio que recuerdo con especial cariño fue el de construir una torre de lego con tiempo y recursos limitados. Aunque mi instinto fue asumir el liderazgo de inmediato, decidí conscientemente soltar el control y dejar fluir la dinámica del equipo. Ese momento me enseñó humildad, colaboración y, sobre todo, autoconocimiento.
En lo personal, siempre me sentí acompañada. Los profesores y el personal académico estuvieron abiertos a resolver dudas y apoyar nuestro aprendizaje de una manera cercana y empática. Además, descubrí la importancia del bienestar emocional dentro de la vida universitaria: había espacios diseñados para estudiar cómodamente, sociedades estudiantiles organizadas por Brookes Union que fomentaban el sentido de comunidad, y una visión holística del aprendizaje que me permitió sentir la universidad no solo como un lugar de estudio, sino como un verdadero hogar.
Fuera de las aulas también encontré experiencias que marcaron mi vida. Una de ellas fue colaborar en un voluntariado para niños con enfermedades terminales, donde escribíamos cartas personalizadas para cada uno según sus gustos. Esa actividad me recordó el poder de la empatía y cómo un gesto pequeño puede transformar el día de otra persona. Al mismo tiempo, mi paso por el Reino Unido reforzó en mí una conciencia ambiental más profunda: entendí que cuidar del planeta no es un lujo ni una moda, sino una necesidad urgente y una responsabilidad que todos compartimos.
Respecto a todo el proceso, para mi fue clave asistir y tener las grabaciones de todos los webinars organizados por Across the Pond que me dieron muchísima confianza y claridad. Algunas cosas no las anticipé pero fueron mínimas. Por ejemplo, nunca pensé en empacar una cobija y, al llegar tarde en la noche a Oxford, tuve que improvisar con un par de suéteres. También me enteré demasiado tarde de la gran variedad de deportes y actividades físicas que la universidad ofrecía; de haberlo sabido antes, habría aprovechado más esa oportunidad para mantenerme activa y conocer gente con intereses similares.
Al final, es importante saber que no todo se puede planear y que parte de la magia está en lo inesperado. Lo importante es tener la disposición para aprovechar cada momento, incluso aquellos que no habías considerado. Estudiar en el Reino Unido fue mucho más que una etapa académica: fue un viaje de autodescubrimiento, crecimiento personal y aprendizaje profundo. Me voy con recuerdos, herramientas y valores que sé me acompañarán siempre, y con la certeza de que, más allá de los títulos y los libros, esta experiencia me regaló una brújula ética y personal que guiará mi camino.
-Selene
Privacy & Data Protection Policy | Cookies Policy | Anti-Slavery & Human Trafficking Statement | Terms & Conditions | Vacancies
2025
Copyright © Across the Pond - Study in Britain Ltd. All rights reserved.